Experiencia en villa SAN VITO de QUILMES (Ezpeleta)
Este trabajo se llevó a cabo en el año 2017, en la villa de San Vito de la localidad de Ezpeleta. En ella se encuentra la organización sin fines de lucro Caritas, que trabaja con la parroquia del lugar. En la misma se desarrolla el servicio del merendero, para niños de entre 4 a 15 años de muy bajos recursos. Allí no solo se les otorga un espacio físico para brindarle apoyo escolar, sino además que cuentan con una ayuda alimentaria, repartida entre los turnos mañana y tarde. Como así también se los asisten con ropa y calzado. Es oportuno aclarar que la ayuda escolar está a cargo de mujeres del barrio que no son docentes pero con una escolaridad básica logran ser un buen sostén para el aprendizaje de esos niños.
Se trabaja con un niño de 10 años cuyas dificultades de conducta lo llevan a enfrentarse con compañeros más grande que él. Esta primera información es recabada a partir del contacto con la Psicopedagoga de la organización que a su vez, es la directora del establecimiento. Esto transcurre mientras la profesional escribiente desarrolla el último año de su carrera terciaria.
En la primera entrevista el paciente explica su situación de asinamiento familiar; esto es, tiene varios hermanos, sus padres trabajan todo el dia y él se queda al cuidado de una de sus tias. Junto a la familia de ésta viven todos juntos en una misma casa. Además, se considera importante remarcar el protagonismo del accionar de Caritas puesto que es el lugar donde el niño consigue asegurarse una comida diaria.
Algo importante a remarcar, es que durante todo el año que abarca la práctica no se registra ningún encuentro o entrevista puntual con la familia del niño. En tanto que, a su vez desde la institución escolar no se origina el permiso para la asistencia, permanencia y trabajo con el alumno.
No obstante se organiza un encuentro semanal (una hora) que permite implementar estrategias para trabajar su conducta inapropiada. Así por ejemplo, se le hace entrega de un cuaderno donde el niño manifiesta la valoración del encuentro más algún otro comentario de índole emocional, realizándolo de manera voluntario y con entusiasmo.
En el tercer encuentro el niño explica que lo incentivan a formar parte de peleas que él claramente no ha originado. Sin embargo las condiciones de las mismas lo dejan como el principal responsable. Se trata de un comportamiento colectivo dentro del grupo de pares que se repite sistemáticamente. A modo de ejemplo, le comentan algo agraviante, pues saben que el responde enojándose.
En tal sentido se comienza a trabajar sobre sus manifestaciones impulsivas y el control de las emociones. Realiza actividades con el fin de desarrollar mayor confianza en sí mismo (se implementa carteleras con emociones, semáforo de conducta, para poder implementarlas no solo en el establecimiento sino que se propone como apoyo para llevarlo a la escuela). Así es que en la medida de que se apropie de la palabra y pueda expresar sus emociones, descubra que comunicándose tiene mayor posibilidad de que un docente o un adulto comprenda su vivencia. El paciente se compromete así, a mejorar su conducta. Manifestación de esto es su interés por participar llegando antes de tiempo a cada encuentro.
Por otro lado y como consecuencia de haber sido acusado del robo de una computadora, el niño pierde la posibilidad del encuentro semanal con la profesional. Al respecto, logra aclarar el tema con la directora de Caritas. De modo que puede saberse que este niño defiende a su hermano en una pelea, autor de la sustracción. A este último, lo motiva su interés por jugar con la misma. Conforme a la limitación familiar para volver a la escuela y al encuentro con el espacio psicopedagógico, este paciente desarrolla una estrategia propia para asegurarse un encuentro con la misma, ignorando la penitencia.
Entre tanto la familia del niño fue notificada para un encuentro en la institución con el fin de conversar sobre su comportamiento. Sin embargo no asistieron ni se comunicaron al respecto.
Pasando la mitad del año, se observa que el paciente tiene cada vez menos llamado de atención por sus conductas inadecuadas. Sus materias claramente han mejorado en sus calificaciones y ahora se enfoca en realizar actividades en las áreas de matemática y práctica del lenguaje, mostrándose más animado. Un ejemplo de ello es su interés por leer cuentos de ciencia ficción.
Se registra también un avance en la dinámica de la escritura. Según lo observado por la Psicopedagoga el niño se anima (en esta segunda mitad del año) a trabajar con una lapicera cuya tinta se puede borrar. Este es un aspecto a destacar, puesto que hasta hace poco tiempo el alumno solo se sentía confiado a realizar sus tareas con un lápiz de grafito.
Como actividad final se propuso hacer un volcán de emociones, ya que él una vez dijo:
- ¨Cuando me enojo soy como un volcán que estalla y rompe todo¨.
Esto se toma como referencia, para trabajar las emociones y así anticiparte al estallido del volcán.
Este trabajo es desarrollado con gran entusiasmo por el niño. Es necesario tener en cuenta que lo realiza con sus propias manos por lo cual le produce gran ansiedad verlo terminado. Al punto que ya con el trabajo culminado le comunica a la profesional su deseo de llevarlo a su casa. Esto le permite guardarlo en un lugar especial para tenerlo a su alcance cada vez que quiera registrar una emoción.
Enlazado a esto se observa en el niño la instancia de emociones encontradas al momento de finalizar el año y paralelamente también la profesional termina de realizar su pasantía. Claramente el paciente expresa su deseo de la continuación de estos encuentros. Tanto es así que expresa:
- ¨Seño, el año que viene vas a tener a otros nenes que necesitan ayuda como yo. Pero si podes, yo me vengo y estamos un rato¨.
Así es como el paciente encuentra un espacio concreto, en el cual se lo escucha. En consecuencia se observa su progreso a lo largo del año. Se esmera trabajando y avanza en el control de sus emociones y sobre todo se destaca la mejoría en el control de su conducta.
Todavía hasta la fecha, conserva al volcán arriba de un mueble de su casa mientras cursa su escuela secundaria.
Alejandra Vera
Psicopedagoga
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